Estas reuniones familiares que mis tíos organizan nunca son..productivas: mucha gente que no conozco a las que debo de saludar y fingir alegría de verlos (cómo podría alegrarme si son totales extraños para mi?)
La cuestión es que me obligaron a ir, y yo, astuta, llevé mis municiones, con las que combatiría mi inefable estado de aburrimiento:
-Dos libros. Eran cortos, pero de autores interesantes.
-Una revista. Sí, era de corte socialité, pero sus últimas páginas no lo son y tiene buenos colaboradores (me la devoré en el camino)
-Mi laptop. Cómo se ha convertido en mi mejor amiga! en ella tengo libros en pdf, películas y una serie.
Pero, increíblemente, antes de salir, decidí que en vez de irme predispuesta, trataría de buscar lados positivos (fue una búsqueda exhaustiva, no encontré nada). Al llegar allí, vi a mi familia y la comida no apetitosa que se enfriaba en una mesa, y me dije: 'nada que hacer'.
Salí a caminar. Estaba en un campo, el aire era fresco.
Miré hacia arriba, una nube tenia un ribete de oro: el sol se lucía tras ella y era un espectáculo... a mis ojos.
Llamé a mi hermanita para que el público aumentara, ella lo vió, me dió una respuesta seca y no apreció la belleza que yo veía..
Luego, pude comer frutos directamente del árbol! que placer más pequeño e inmenso!
El tiempo parecía no pasar, así que invité a mi hermana a caminar, pretendía llegar a la playa, pero dos cosas me detuvieron: una culebra (se menea, se menea, como la cuu-lee-bra ♪) y un muchacho que nos perseguía y tenia un palo en la mano (me siento mal por desconfiar de todos, el pobre me dijo que solo quería mostrarnos el camino a la playa, -el que sé de memoria-).
Volví al infierno, digo, la reunión familiar... vi a un niño de unos 9 años muy triste, mi madre se le acerca y pregunta qué le pasa, su respuesta: mi papa se murió ayer. No! se me rompió el alma en mil pedacitos, no podía evitar las lágrimas que estaban a punto de brotar! Me fui hacia atrás y junto a mi hermanita lloré un poco. Nos repusimos...y volvimos para decirle a nuestro papá que hiciera algo por el: lo invitó a la playa.
Luego de ese viajecito a la orilla, ya no sentía pena por el, EL NIÑO DE 9 AÑOS ME MONTABA! y como si fuera poco, casi le roba su primer beso a mi hermanita! OH OH.
Bueno, lo bueno es que me tumbé al sol.. mi piel recibió vitamina E, pero no un bronceado (Hurra!...)
Mis tías, especialmente la mayor, hablaron hasta por los codos. Comieron.
Yo me sumergí en un libro y en mi laptop. Hasta que (Victoria!) escuché la voz de mi papá decir: 'Vámonos'.
Lo que disfruté del viaje fue el camino de regreso. Me pegué a una ventana y al paisaje, medité.
Al llegar a la ciudad y la realidad golpearme de frente, empecé, como de costumbre a enumerar mentalmente cada cosa que veía y que quería cambiar en un futuro, por el bien común. Y llegó a mí una idea: Enumerar las cosas que no quiero cambiar, las que están bien, las que me hacen amar este país.
Algo bueno saque de este viajecito forzado, una lista mental de unas casi cien cosas (en diez minutos) que no quiero cambiar de mi país y mi sociedad :)
Buen domingo.
una culebra, una culebra, una culebra -papi- una culebra! ♫